LA TALIDOMIDA Y LAS ENFERMEDADES INFLAMATORIAS INTESTINALES


       La Talidomida se lanzó al mercado en 1956 en Europa como sedante, y se comercializó como especialmente indicado para el embarazo. Este medicamento fue retirado del mercado en 1961 cuando unos investigadores encontraron una asociación entre él y graves defectos congénitos. Las consecuencias del empleo de la talidomida durante el embarazo, y sus efectos sobre el desarrollo del feto, son bien conocidos y han cambiado el procedimiento mediante el que se evalúan los medicamentos antes de su comercialización. Hasta muy recientemente, los conocidos efectos de la Talidomida han limitado la investigación de otras indicaciones potenciales. Sin embargo durante los dos últimos años, se han comenzado a publicar artículos sobre los resultados de varios estudios al respecto.

La eficacia de la Talidomida en el tratamiento de la Lepra se descubrió por casualidad en la década de los 60, y llevó a estudios sobre el empleo del medicamento en otras enfermedades inflamatorias como la Enfermedad de Crohn. En Julio de 1998, la FDA (Administración norteamericana para los mediacamentos) aprobó el empleo de la Talidomida en el tratamiento de las lesiones desfigurantes asociadas con el eritema leproso, una complicación de la lepra. Actualmente este medicamente se dispensa a pacientes estadounidenses, bajo las estrictas directrices establecidas por el programa STEPS (Siglas en inglés del sistema para la seguridad en la prescripción de la Taliomida). Este programa incluye un número limitado de prescriptores y de farmacias, asi como la formación y registro de los pacientes.

Efectos Antiinflamatorios

La Talidomida tiene efectos antiinflamatorios, aunque los mecanismos no se comprenden totalmente. El interés actual de algunos investigadores sobre las EII en este medicamento, deriva de la observación de que los niveles de una hormona inflamatoria, el factor de necrosis de los tumores alfa (TNF-alfa) son más elevados en los enfermos de Crohn. La Talidomida parece que inhibe el TNF-alfa. Ésto disminuye el número de células T, las cuales juegan un importante papel en la inflamación.

Empleo clínico.

La Talidomida ha mostrado ser efectiva en pruebas controladas de pacientes con manifestaciones de lepra y de estomatitis aftosa (una inflamación de la boca), y en la enfermedad de Behcet. (Una prueba controlada es un estudio en el que el medicamento experimental se compara con otra terapia, o con un placebo). Estudios "sin control" y algunos casos sugieren que la Talidomida podría ser útil en el tratamiento de otras enfermedades inflamatorias, como la artritis reumatoide y el lupus. También se ha empleado en el SIDA y en algunos tipos de diarrea y de proctitis asociadas con el SIDA. En un informe sobre un caso publicado en 1979 en el "British Medical Journal", se relata como un paciente cuya colitis ulcerosa no podía ser controlada ni con esteroides orales ni rectales ni con sulfasalazina, respondió a la Talidomida. En 1997, "The Lancet" publicó otro caso en el que un paciente con Crohn sangrante resistente a los esteroides, la azatioprina, el metronidazol y la ciclosporina respondió favorablemente al tratamiento con Talidomida. En la Universidad de Chicago se va a realizar próximamente un estudio controlado.

Efectos secundarios

Los efectos secundarios más conocidos de la Talidomida son las abnormalidades fetales catastróficas. El hecho de que la mayor incidencia de la enfermedad coincida con los años de fertilidad puede ser un obstáculo para un uso del medicamento en el futuro. Además la somnolencia, una de sus propiedades sedantes, puede limitar su empleo en algunos pacientes. También se han observado neuropatía o daño en los nervios, que puede ser muy doloroso e irreversible, en algunos casos de uso prolongado.

La FDA aprobó el empleo de la Talidomida para las manifestaciones dermatológicas de la lepra en Julio de 1998, pero con unas restricciones sin precedente en su distribución. Aquellos médicos que desean emplear la Talidomida en sus tratamientos deben solicitar a la FDA una aprobación y luego ponerse en contacto con los fabricantes. Como conclusión, es preciso efectuar estudios controlados antes de que los médicos puedan incluir la Talidomida en el arsenal de medicamentos contra las Enfermedades Inflamatorias Intestinales.