DIARIO MEDICO - 21 de enero de 2003
Teresa Navarre. Valencia

Microdepósitos de cortisona para uveítis

Buena parte de las uveítis son de carácter autoinmune y su terapia exige la administración de corticoides e inmunosupresores por vía sistémica. Los riesgos de este tratamiento pueden minimizarse con el empleo de microdepósitos de cortisona, un abordaje puesto en marcha en el Hospital General de Valencia.

El Servicio de Oftalmología del Consorcio Hospital General Universitario de Valencia ha comenzado a implantar microdepósitos de cortisona en pacientes cuyas inflamaciones intraoculares (uveítis) no responden a los tratamientos farmacológicos habituales. El implante está especialmente indicado en los que requieren tratamientos contínuos con altas dosis de cortisona por vía oral, complementados con la administración de fármacos antitumorales.

Los microdepósitos, que se colocan junto a la retina y el nervio óptico mediante una incisión de 4 milímetros, pueden liberar su contenido en pequeñas cantidades durante casi cuatro años. Gracias a ellos, se elimina o reduce significativamente la dependencia farmacológica de los enfermos, evitando así efectos secundarios.

Los microdepósitos tienen un tamaño de 3 milímetros de largo por 2,5 de ancho y se rellenan con cortisona depot, que se libera a través de una membrana de polivinilo. Las microcantidades liberadas, ya sean diarias o permanentes, producen un efecto antiinflamatorio local y mejoran los resultados obtenidos por el tratamiento inmunológico sistémico que exigen muchas de las uveítis.

Ventajas del sistema
En opinión de Manuel Díaz Llopis, jefe del Servicio de Oftalmología del Consorcio Hospital General de Valencia, otra de las principales ventajas del sistema radica en la ostensible reducción del consumo de fármacos de los pacientes, beneficio que ha recordado al explicar que "un enfermo que recibe dosis diarias muy altas de cortisona, de entre 60 y 80 miligramos, unidas a dos inmunosupresores, como pueden ser azatioprina y ciclosporina, o incluso tres (clorambucilo), está tomando medicaciones potencialmente peligrosas para evitar la posible pérdida de visión, aunque realmente su vida no corre peligro".

Sin embargo, gracias a los microdepositos, "ese paciente deja de tomar cortisona o reduce notablemente la dosis diaria y además puede prescindir de los inmunosupresores, lo cual es un gran salto cualitativo y una mejora evidente de su calidad de vida".

El sistema de los microdepósitos comenzó a investigarse a partir del estudio de los resultados espectaculares que se obtenían con las inyecciones de triancinolona alrededor del ojo, una técnica que, por ejemplo, también emplean los reumatólogos con las infiltraciones. El laboratorio Bausch & Lomb diseñó unos implantes para los tratamientos oculares, que originalmente fueron empleados para pacientes con sida. "En vez de corticoides liberaban antivíricos para evitar infecciones de retina, pero prácticamente no se usaron porque su aparición coincidió con el cambio de tratamientos generales y los pacientes con sida dejaron de tener problemas oculares, cuando hasta aquella fecha afectaban al 60 por ciento de los infectados por el VIH. Lo único que hemos hecho ha sido adaptarlos a su nueva función rellenándolos con cortisona", ha recordado Díaz.

Repuestos
Transcurridos los cuatro años de vida estimados, el microdepósito puede retirarse para implantar uno nuevo. Como cada uno de los dispositivos ocupa, aproximadamente, un cuadrante del ojo, existe la posibilidad de implantar hasta cuatro sin repetir zona ocular, lo cual permitiría un tratamiento continuado de 12 años.

Para el especialista valenciano, ese plazo de tiempo es más que suficiente para combatir las uveítis, ya que, "pasados diez años, la inmensa mayoría de los afectados ya han entrado en fase de remisión".

Las uveítis son patologías de evolución crónica y pueden desarrollarse a lo largo de una década. La mayoría son de carácter autoinmune y muy raramente de origen infeccioso. Producen una lesión progresiva del nervio óptico y la retina, aumentando la tensión ocular. Las más resistentes requieren dosis mantenidas de corticoides administrados por vía oral, inyecciones alrededor del ojo e incluso la asociación de diferentes inmunosupresores. Son responsables del 5 por ciento de las cegueras irrevesibles en nuestro país.


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