ME FUI

Me fui cuando el sol rinde su vida en el horizonte
cuando las sombras van atrapando lo visible
Tan llenas estaban aún mis manos de cosas por dar
que sólo creí dormir cuando mis ojos se cerraron.


Y desperté en un campo de rosas aún perladas de rocío
sus hojas cubrían mi cuerpo que yacía aún fresco
entre esos pétalos lechales y blanquecinos.


Entre sus espinas mi alma luchó
por no dejar de sentirse viva,
mi garganta, ya sin eco,

gritó al ver que, intocable, se acercaba la noche
echando su velo al infinito
donde yo había despertado.


Donde mis ojos no podían ver ya mi mañana
y sentí miedo de su oscuro y frío abrazo
porque mis deseos de resurgir
al mundo de los vivos
se desplomaban como pétalos
sobre mi silencio,
dejando en el olvido mi retorno a la vida
entre esas rosas

que aún perladas de rocío
como yo se marchitaban
sin dar todo su aroma.



DEBAJO DE LAS MÁSCARAS
Debajo de cada máscara
hay más que carne y hueso.
Hay ideales que entre tus manos juegan,
que en ocasiones atormentan el alma
que se esconden entre las
bambalinas
del teatro de la humanidad.
Cada noche la vida se convierte
en pieles,
que pintadas
buscan conquistar sueños
que sólo en los suburbios de la imaginación
pueden existir.
Debajo de esas máscaras,
de esos rostros que entre colores
buscan tapar unas facciones diferentes,
una raza, una forma de vivir
que gritan a esos que prometen la igualdad
que se merecen como seres humanos,
se esconden hombres y mujeres
con ganas de bajar el telón de la hipocresía.



LOS LIBROS
Dicen de ellos, los libros
que tan sólo son hojas
sin alma ni cuerpo
que no tienen piel ni hueso para enterrar
y aun así mueren
a solas y en silencio.


En su muerte se llevan los pensamientos
de aquél que les dio la vida,
las alegrías de aquellos
que los leyeron por primera vez.


Se quedan en el polvo del pasado
y dejamos que mueran
sabiendo

que tienen una parte humana
que pertenecieron a unas manos
que buscaban dejar en él para nosotros
sus ideales, ilusiones y memorias
esa parte que la mente mata en la garganta.


Dicen de ellos, los libros
que no tienen cuerpo ni alma
y aun así se escucha el caminar,
entre sus páginas
de los que en ellos han vivido.


Entre sus hojas queda la sombra y el rostro

de los que en ellos
se han escondido.



HOY TE TRAIGO ALGO
Siéntate a mis pies que hoy te traigo algo
para que tu corazón recoja.


Siéntate y espera que mi cuerpo sea desnudado
del día.


Te traigo en mi espejo un alma
en la soledad y en su agonía.


Siéntate y espera ver su corazón llegar
entre mi espuma que él tiñe de rojo.


Su sombra su margen grita:
¡Déjame morir cuando el sol muera hoy!
acúnalo en ese marchito silencio que da la noche
dile que aún el existe, que late.


No le dejes morir que

aunque ahora no sea bello
un día tuvo luz y vida.



GRACIAS, MADRE
Quería darte las gracias, madre
por regalarme la vida,
por tu amor sin medidas,
por enseñarme a ser como soy.


Gracias por tu mano en mi niñez
por los besos que aún guardo en mi piel.
Gracias, madre, por dejarme nacer




SOMBRAS
Sombras que,

despiadadas , llegan en la noche
robando a mi corazón
esas voces noctámbulas que chillan
despertando a mi alma
despiadados sentimientos que me desbordan
que ponen al descubierto
las porciones en que me divido.


Que me arrastran en un ir y venir
a esos deseos que entre las sombras duermen
entre la comisura de los labios de mi mente.


Despiadadas sombras
que atrapan mi tiempo
que mi ayer y mi hoy
enganchan entre sus garras
y los hace mi mañana
sin permitirme vaciar el amor
que entre esos pasos
de mi pasado

aún aguarda.


CÓRDOBA

Bella y hermosa
a veces morena, según la noche
otras, más clara,
según los ojos de la mañanas.


Se viste de blanco,
se adorna de plata
huele a incienso unas veces
otras a albahaca.


En los balcones de su piel
cuelgan los linajes

de culturas,
de emblemas

que de ella hablan.

La bella y hermosa,
mestizas sus canas
blancas sus enaguas.


La pinta la luna,
los azahares la tapan.
Y en sus cantares
la llaman los árabes
CÓRDOBA, LA HERMOSA DAMA


VIVO POR TI
Me haces crecer cada noche
Vivo por ti.


Me riegas como si fuera una flor
con tu rocío me nutres
tus gotas me calan
mojas las costuras de mi mente
y me das

la sabiduría del vivir
la hermosura de amar.

Me haces crecer cada noche
cuando tus trasparentes manos me tientan
y caigo sobre tu tierra,
vencida.


Como semilla me abro,
me hago flor, me lleno de belleza
Tú sigues haciéndome crecer
Vivo por ti

Me hago como una torre fuerte
sus sombras caen perezosas
y en su grandeza

parece débil.


Y aún, amándome,

mandas a tus vientos que me sacudan,
e invocas a las tormentas que me crucen
y dañan mi estructura de ser humano.
Pero sigo viviendo por ti

Porque mis cimientos son profundos
Porque tú los edificaste para mí
haciéndome paciente,

transparente.

Con cuerpo de mujer me cubriste
antes de nacer
y sobre mi piel tu nombre
hizo su frontera.


En mi camino pusiste tu grandeza
y sigo creciendo por ti
Yahvé Sabaoth.