Dormia la ciudad....

Dormía la ciudad, el ruido del viento inquietó mi calma, me hizo salir a la puerta
La corriente que soplaba olía a gente, a vida, a ilusión
Se fue cambiando en aire del desierto espeso, brumoso, con olor a nada
Una niebla empezó a caer por mis capas
El río de mi vida empezó a crecer
Y en un instante sus aguas sin piedad se desbordaron destrozándome
Mi mundo se quedó inmóvil, mi mente se trasladó a sitios de los cual yo quería huir
Sitios donde la oscuridad sellaba mi derrota
Mi alma a tal visión enmudeció y en un silencio súbito mi corazón tornó
Era como si yo estuviera invisible
Una espada de voces atravesaba mi mente incitándome a luchar conmigo misma
Y en la boca oscura de esa noche vi a la muerte que me esperaba
que me extendía sus alas
y yo quería abrazar su frialdad
Una rabia me invadió, una voz que no era mía se alzaba dentro de mí
pidiendo a Dios que parase el tiempo, que cesara el dolor que mi cuerpo sufría
Mi lengua no podía articular palabra, se me pegó al paladar
Mis manos endurecidas, secas como las piedras, querían enterrar entre ellas el horror
Al verme en lo que me convertí, el odio hacia mí misma crecía como el sarmiento
Mis manos vacías marcadas por mi propia sangre delataban mi miseria
Sentí un deseo inmenso de luchar contra todo lo que me rodeaba, con esos momentos que explotaban en mi mente una y otra vez que me enloquecían
Mi afán era retroceder en el tiempo, cambiar parte de mi historia
Me negaba a ser parte de ella, de esa mujer frustrada, amargada,
no encontraba el perdón de mí misma
Bajo una lluvia de silencio mi piel huía, se separaba más de mí,
ya no era un cuerpo unido a sus miembros
Lloré hasta que mis ojos se cerraron y la alegría se ausentara de mi rostro
A gritos pedí al cielo un comprador para esta alma muerta en el pálpito de mi angustia
Ni fui capaz de ponerle precio, me daba igual, lo que valiera no era importante
Sólo quería deshacerme de ella y con ello paliar si hice daño o mal a alguien
Sólo quería con esa venta borrar los pecados de mi vida
No sé como llegué a mi casa
Me paré en la entrada con el peso de las cadenas de toda una existencia
La lluvia empapaba mi cuerpo vacío y mi mente derrotada
Cerré los ojos y pensé:
Dios me escuchó, esta noche dormiré para siempre,
el mañana ya no existirá y al hoy ya le queda poco
Me desnudé de la suciedad que corría por mí
Me hablaban, pero las voces no entraban en mis oídos, sólo la voz de mi dolor entraba en mí extirpando mi ser
Me senté delante de la caja de mis sueños y alguien llamó a su cristal.
Su rostro no lo podía ver, noté que era mayor por la seriedad con la que entonó su voz, por su fuerza
Y entonces comprendí que el sería el comprador de mi alma, que el compartiría ese peso que ya para mí era inmenso
¡Llévatela!, llévatela le dije, no quiero verla mañana
Se la arrojé a sus manos
Le dije: he aquí lo que soy, sé que no es mucho pero te la entrego desnuda, desvalijada, herida y maltratada, pero seguro que ella no te traicionará, yo sí se lo hice a ella y mira como estoy
Mira, nada oculto hay para tus ojos, no hay vestido ni máscara que tape su dolor
El rehusó a comprarla porque le grité
Al verme que desesperaba me dijo: déjamela un tiempo, quiero ver porqué esta tan marcada
Me sentí feliz, liberada, mi cuerpo no me pesaba… volaba
Al cabo de unos meses yo ya ni me acordaba de que entregué mi alma a un desconocido
De nuevo él se asomó a mi caja
qué dulce me pareció ese día su mirada
Y me mostró un cristal precioso, relucía y brillaba, parecía extraído de tierras lejanas
Me dijo: ¿es pequeño verdad? ¿Lo quieres?
Mis ojos se iluminaron, pues ese cristal parecía de gran valor
Le dije: yo no tengo con qué pagarlo. ¿Dónde lo encontraste?, le pregunté
El sonrío y contestó: no tienes que darme nada
Anda, abre tus manos y guárdala bien guardada que es lo mejor que hay en tí
No es un diamante, ni una esmeralda, tan solo es tu ALMA que le di lo que le faltaba:
Amor y comprensión. Ya ves que las heridas de la vida se curan aunque dejen marcas
Cuídala y no vuelvas a darla

Amar - 1.08.2004