L  L  U  E  V  E  

Llueve tanto que el agua cae con fuerza sobre mis cristales
y las gotas que corren salpicando mi mirada,
no me dejan ver el reflejo del exterior.
Solamente en mis ventanas, la luz casi tenue de la luna
            refleja mi rostro en el cristalino de mis ojos
Y el rostro que veo no es el de ahora,
el de esta mujer adulta con mil heridas de la vida
y sin brillo en su mirada.

Es tan extraño
la mujer que veo correr, tan frágil como una hoja mojada
es el rostro de esa parte de mi juventud feliz

Hacía tanto que no me recordaba así, que querría fijarme en cada detalle...

Y a solas detrás de estos cristales,
a este rostro cansado se le escapó una sonrisa
y me abracé a mí misma preguntándome...
¿Así era yo?

Fui feliz y alegre...
Mis ojos se mostraban destellantes como las estrellas,
y guardaban el aroma de la vida y la dulzura de las uvas en los meses cálidos

Mis cabellos caían en mis hombros acariciando mi piel,
dando a mi cuerpo la sensación de unas manos con amor

Mis labios se mostraban tan jugosos,
tan frescos y tersos
como los pétalos de una flor en primavera
que aún no ha sido arrancada de la tierra.

Lo más extraño de todo, es que esa mujer que está fuera de mí, detrás de mis ventanas,
se queda por un instante quieta...
mirándome como si ella pudiera verme.

Como si intuyera que yo la observaba,
lentamente se acercó a mi ventana y puso sus manos sobre mis cristales

Aún la lluvia caía fuertemente,
caía por sus ojos mojando sus mejillas
empapando su cuerpo
y... sentí miedo de que la lluvia cesase,
de que el sol de nuevo saliera
y con sus rayos borrara las huellas
del vaho de sus manos sobre las mías,
Borrara las huellas de esta mujer,
a la que su corazón se convierte en agua
para deslizarse entre los recuerdos de mi juventud primera

Amar - 14/02/2004