Hola papá:

Qué de tiempo hace que no hablábamos ¿verdad?
Ocho años sin verte. Para mí... una eternidad.

Hoy sé que te sientes feliz, porque has luchado por mí mucho desde donde estás, para volver a verme así, más o menos como sabes que soy: cariñosa y un poco niña para mi edad. Desde que te fuiste, nada para mí fue lo mismo. Lloré y lloré, incluso me enfadé con Dios. Le dije lo cruel e injusto que lo veía, le pregunté qué donde estaba esa bondad y ese amor que tú en tu enfermedad decías que El te tenía, y también le pregunté sin hallar respuesta por qué te arrancó de mi lado, sabiendo que aún yo te necesitaba, que eras mi sostén.

¿Sabes papá? Cuando tus ojos se cerraron y tu corazón dejó de latir no pude llorar, pues ya mi manantial en meses anteriores se secó. Fue tan extraño... Mi alma construyó una gran muralla y levantó alrededor de mi corazón una coraza de piedra, donde ni al sol en ocho años he dejado entrar. Las cortinas que tapaban las rendijas de mis ventanas han sido mis lágrimas, y mi mente se volvió un mar sin navegación, un mar sin olas ni corrientes, por miedo a que entraran sentimientos que pudieran borrar lo que tú eras y eres para mí: mi padre, mi amigo, mi apoyo y confidente, mi viejito al que me encantaba mimar... y ¿sabes papá?, hace unos meses conocí a unas personas encantadoras, que han aportado a mi vida una seguridad en mí misma que me faltaba sin ti, una luz a mi mente que jamás creí recuperar. Personas especiales que han encontrado mi llave, personas de gran corazón que me han dado la mano, que me han mostrado que nunca hay que dejar de luchar, y que hacer cosas que me gusten es la victoria de mí misma.

Bueno papá, como bien sabes, escribo sentimientos, pensamientos y poesías y espero algún día poder expresar lo que te quiero. Ahora me siento todavía incapaz. Hasta entonces "everu charon alegen"

Tu hija

Carmen