NEUROPSIQUIATRÍA
La salud depende del grado de autoestima
ELMUNDOSALUD.COM - Viernes, 12 de Septiembre de 2003
En los últimos años se ha aceptado que el equilibrio psicológico y emocional influye en el estado de salud física. Sin embargo, algunos especialistas matizan aún más esta realidad afirmando que la autoestima está directamente relacionada con ciertos males del cuerpo.El mundo está lleno de desigualdades, eso lo sabemos todos. Pero ¿en qué medida afectan estas a nuestra autoestima? ¿Puede hacerse algo por reducir las diferencias?
Estas son las reflexiones que se plantea Michael Marmot, director del departamento de Epidemiología de la universidad de Londres, en un editorial publicado esta semana en la revista ‘British Medical Journal’. Y según su opinión, la respuesta a la pregunta anterior es afirmativa para ambos casos. El autor cita a algunos investigadores que han establecido una jerarquía de las necesidades humanas, señalando que lo más básico que busca el hombre es salud y autonomía.
De las dos, la autonomía es la más perseguida y está relacionada con la autoestima y el respeto. Marmot tiene claro que a la mayoría de las personas les interesa más ser autónomos que tener buena salud, sin darse cuenta de que, en el fondo, son cosas que están "relacionadas". El nexo que las une está en que los bajos niveles de autonomía provocan una disminución de autoestima, lo que a su vez provoca a que tengamos una salud peor.
Para argumentar lo anterior el autor cita como ejemplo la experiencia de dos grupos de indios con niveles de obesidad y diabetes elevado. A los dos grupos de intervención se les prescribió una dieta, con la diferencia de a que al primero se le invitó a tener conversaciones acerca de su cultura e historia. Tras 12 meses de seguimiento los investigadores se percataron de que un grupo mejoró y otro empeoró. La conclusión a la que llega el autor del editorial es que incrementar el sentimiento de orgullo de raza aumenta también los niveles de autoestima y exigencia, lo contribuye a que tengamos hábitos más saludables.
En otro orden de cosas y en relación con la salud de los otros, la violencia y el homicidio también son para el autor un reflejo de la pérdida de autoestima. Marmot subraya que no pocos alborotos se comenten al año en nombre del orgullo y de los sentimientos heridos. Si todo ello lo relacionamos con la desigualdad salarial se puede entonces, según el autor, aventurar la hipótesis de que la desigual distribución de recursos lleva a incrementar el sentimiento competitivo entre gente joven que no tiene nada más que perder que su autoestima y el respeto por los demás. El resultado es la violenta confrontación y el homicidio.
El autor también recuerda que varios investigadores han constatado que la depresión está fuertemente vinculada con la autoestima. Los periodos depresivos se caracterizan por una bajada del sistema inmunológico, algo que lleva a la gente a vivir menos tiempo. A este respecto, Marmot saca a colación un reciente estudio que afirma que los actores que ganan un Oscar tienen una media de vida de cuatro años más que aquellos que han estado nominados y no lo han conseguido. La razón podría estar otra vez en la autoestima.
Por último, el editorialista señala la relación de la autoestima con la situación laboral. Existen varios estudios que han mostrado el vínculo entre sufrir una patología coronaria, la mala situación en el lugar de trabajo y la descompensación entre esfuerzos y recompensas. Según el autor, el mecanismo por el que se recibe una recompensa acorde con el esfuerzo realizado es crucial para el fortalecimiento de la autoestima, y con ello de la salud. En caso de que este sistema no funcione, nuestro organismo activará el estrés y se dispararán las posibilidades de sufrir una enfermedad cardiaca.
Y si las desigualdades son partes de la condición humana ¿qué se puede hacer? Mientras la distribución de recursos difiera profundamente de unos a otros, Marlot insta a que las instituciones actúen comentando que sería un claro avance de una sociedad civilizada contribuir a que estas diferencias desaparezcan mediante cambios en la organización social que permitan a la gente obtener un empleo. Por último, "no hay que olvidar que la calidad del trabajo importa, y que no vale pensar que cualquier trabajo es mejor que nada" concluye.