HAMBRE Y LA AUTOINMUNIDAD

Pasar hambre puede reducir la severidad de los síntomas de la esclerosis múltiple


Pasar hambre puede reducir la severidad de los síntomas de la esclerosis múltiple

Pasar hambre no siempre es una mala experiencia. En algún caso llega a ser, incluso, terapéutico. Comer poco podría convertirse en una estrategia para reducir los síntomas de la esclerosis múltiple y de otras patologías autoinmunes como la enfermedad de Crohn o la artritis. Un nuevo estudio en ratones apoya las evidencias de que el sistema inmune se ve afectado por la alimentación, el estrés u otros elementos neuroendocrinos.

La esclerosis múltiple es el resultado de un ataque del sistema de defensa contra tejidos cerebrales y de la médula espinal cuya consecuencia es la alteración de numerosas funciones como la movilidad o el lenguaje.

Los autores del trabajo publicado en 'The Journal of Clinical Investigation' han observado que el control de la nutrición, en este caso el ayuno durante 48 horas, retrasa la aparición de los síntomas de esta patología en animales. Además, los roedores que no recibieron alimento durante ese periodo presentaban menos lesiones cerebrales que el resto y la severidad de la enfermedad fue significativamente menor.

La responsable de este efecto es la leptina, una hormona que se segrega para anular la sensación de apetito y que está siendo estudiada como posible tratamiento para la obesidad. Tras dos días sin alimento los niveles de esta sustancia en los animales disminuyen drásticamente. Este trabajo indica que la leptina no sólo participa en los procesos de control nutricional, sino que actúa en la respuesta inmune y en los procesos inflamatorios. De modo que el ataque del sistema de defensa contra los tejidos propios, la autoinmunidad, disminuye con los niveles de la hormona.

Los investigadores y los autores del editorial que acompaña el trabajo consideran que el control nutricional puede ser una buena opción para detener la progresión de la esclerosis múltiple y otras patologías autoinmunes.

Con nuestro agradecimiento a:

Angela Boto
El Mundo Salud
Febrero 2003


Recomienda este página a: