YOGUR Y PROBIOTICOS

El yogur tradicional carece del beneficio probiótico que se le atribuye para la salud


Diario Medico - 04 de septiembre de 2003

Raquel Serrano

El yogur tradicional carece del beneficio probiótico que se le atribuye para la salud

Las bacterias lácticas que contiene el yogur, Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, mueren en su paso por el tracto gastrointestinal. Este hecho demuestra que el yogur tradicional no es un alimento probiótico y, por tanto, no ejerce efectos positivos adicionales en las personas sanas. Esta destrucción no posibilita el refuerzo de la inmunidad o la prevención de cánceres como el de colon.

"El yogur tradicional carece de efectos probióticos sobre la salud de las personas sanas. No existe ninguna diferencia entre la influencia del yogur pasteurizado y el fresco en el organismo humano de la población sana. De esta forma, los supuestos efectos beneficiosos de las bacterias lácticas propias del yogur sobre el sistema inmunológico o para prevenir el cáncer de colon no son posibles, ya que se ha demostrado que en el intestino grueso están muertas", ha indicado a Diario Médico el Dr.Francisco Javier Yuste Grijalba, médico de Sanidad Nacional y jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Laboral del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid.

Francisco Javier Yuste, experto en Salud Pública del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. FOTO: Agustín Iglesias

Idea errónea
El experto en Salud Pública, que ha dirigido una investigación en personas sanas sobre los efectos probióticos del yogur en colaboración con el servicios de Microbiología, Inmunología, Dietética y Nutrición y Estadística del citado hospital, cuestiona la idea, ampliamente aceptada de que los gérmenes presentes en el yogur tradicional o fresco ejercen efectos positivos para la salud del ser humano. A su juicio, y a pesar de que el yogur es altamente nutritivo y su consumo es muy aconsejable, "este alimento no puede ser calificado como probiótico ni considerado un medicamento como se ha hecho creer a muchos consumidores".

Según la legislación española, yogur es la leche fermentada con dos tipos de gérmenes: el Streptococcus thermophilus y el Lactobacillus bulgaricus. Si posteriormente el producto se pasteuriza, se eliminan los citados gérmenes que ha producido el yogur y se consigue el yogur pasteurizado después de la fermentación. Al tratarse térmicamente tras la fermentación, lo que permite ampliar su caducidad y conservarlo sin frío, las bacterias lácticas no están vivas en el momento de su consumo. No obstante, ambos son yogures según la legislación de España.

En el estudio dirigido por Yuste, aceptado para su presentación en la Reunión de la Sociedad Internacional de Antimicrobianos y Quimioterapia que se celebrará en Chicago, Estados Unidos, el próximo 22 de septiembre, se han comparado los efectos probióticos del yogur fresco que contiene los citados gérmenes y el que carece de ellas porque está pasteurizado.

Tradicionalmente se ha mantenido que esos dos grupos de gérmenes eran probióticos, lo que supone que por sí mismos aportan beneficios para la salud, fundamentalmente en el reforzamiento de la inmunidad, de la higiene o bienestar gastrointestinal -renovando la flora intestinal-, y en la prevención del cáncer de colon. Para que los beneficios se produzcan deben estar vivos en el tubo gastrointestinal, y particularmente en el colon, y colonizar, "hecho que en nuestro ensayo no se ha observado en cultivo de heces. Los jugos gastrointestinales son los responsables de que estos dos gérmenes no vivan ni se reproduzcan".

Para Yuste, la consolidación de la creencia generalizada del efecto probiótico del yogur fresco se justifica porque "nadie se había parado a estudiar el beneficio detenidamente. En laboratorio, el efecto parece funcionar. Así, la observación se ha extrapolado al ser humano".

Datos concluyentes
En el ensayo, aleatorio, doble ciego y cruzado, participaron 114 personas sanas que fueron divididas en tres grupos: dos experimentales de 48 personas y uno control de 18. Se suministraron, durante 15 días, tres dosis diarias de 125 cc. de yogur tradicional a uno de los grupos y la misma dosis de pasteurizado al otro. Tras un periodo de descanso de dos semanas, el primer grupo recibió durante 15 días tres dosis diarias de yogur pasteurizado y el segundo de yogur tradicional. Los científicos también efectuaron estudios microbiológicos de ambos productos, análisis de ADN de las bacterias lácticas del yogur fresco y comprobación de la existencia de 1.250 millones de bacterias lácticas por cada dosis de 125 cc. de yogur. También se analizaron parámetros inmunológicos antes y después de comenzar el estudio.

En lo que se refiere a la potencial acción probiótica de otros microorganismos, como Casei inmunitas o bífidobacterias, que se añaden al yogur para que ejerzan otro tipo de efecto, ha señalado que, aunque en su estudio este aspecto no se ha contemplado, "la literatura científica sostiene que es muy probable".

Enlace a la pagina original: DIARIO MEDICO

 


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