LA E.I.I. DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLOGICO

por Laura F. Asensi Pérez - Psicóloga col. N° 2988-PV


           Las enfermedades orgánicas crónicas, incurables o de larga duración influyen sobre la persona como totalidad, repercutiendo psicológicamente, a nivel global, en su comportamiento, estilo de vida y pensamientos en general. El sufrimiento físico modifica el carácter y comportamiento de las personas

           Los enfermos crónicos, por sus características peculiares, requieren un tipo de asistencia sanitaria distinta, más global y personalizada. La acción médica, imprescindible, no puede ni debe ser exclusiva en este ámbito, ya que el sufrimiento físico y la cronicidad influyen y modifican el carácter, pensamientos y comportamientos de los seres humanos. Hay que tener en cuenta que las dolencias de carácter crónico, por su cualidad inherente de cronicidad, influyen en todos los ámbitos relacionados con la persona: el ámbito familiar, laboral, social y personal. Todo ello dependiendo de la gravedad, sintomatología, tratamiento, intervenciones quirúrgicas, etc.

           Las personas que padecen algún tipo de enfermedad crónica o de larga duración precisan también, en la mayoría de los casos, de asistencia y apoyo psicológico. Conocer y, en su caso modificar, su procesamiento acerca de la propia enfermedad, las estrategias utilizadas para afrontarla y, en conclusión, mejorar la calidad de vida del paciente, en todos sus aspectos. El estrés psicológico y los estados depresivos, causados por la propia enfermedad, o por otras causas independientes, pueden exacerbar los síntomas. Los agentes estresantes pueden disminuir la función inmunológica del organismo, asociada a muchas enfermedades crónicas y agudas, entre ellas la EII. Y viceversa, el estado de la enfermedad y su evolución reducen las defensas tantos físicas como psicológicas del organismo y por ello se favorece la depresión, ansiedad, mayor nivel de estrés, etc.

           En el caso concreto de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (Crohn y Colitis Ulcerosa), su propia naturaleza incurable, sistémica, variable en cuanto a síntomas, evolución desconocida y caprichosa, sintomatología (con síntomas muy desagradables y signos clínicos que pueden variar enormemente en duración e intensidad), de pronóstico impredecible y origen dudoso, influye negativamente en la persona a nivel psicológico, influyendo en la calidad de vida del paciente en general: familia, trabajo, pareja, relaciones interpersonales, aficiones, así como en su bienestar psicológico: estrés, ansiedad, depresión reactiva, conflictos personales; pensamientos negativos sobre el futuro, capacidades personales, problemas de autoimagen, incertidumbre, miedo a la muerte, pensamientos hipocondríacos, etc. Todo ello, evidentemente, estará influido por las diferencias individuales. Los factores psicológicos están relacionados con el sistema fisiológico y, concretamente, afectan en muchos casos a la motilidad gastrointestinal y el sistema digestivo en general.

           Los efectos secundarios del tratamiento, sobre todo de los corticoides (que todos conocemos): vello, estrías, problemas cutáneos, cara de luna llena, alteraciones psíquicas, aumento de peso, osteoporosis, diabetes, hipertensión...) influyen también en nuestro sistema cognitivo, como un factor añadido, afectando a nuestro estado psicológico, pudiendo crear problemas de autoimagen (sobre todo en jóvenes y mujeres), pensamientos negativos sobre nosotros mismos y los demás, estados depresivos, problemas de relación, aislamiento social...

           Concretando, además del sufrimiento físico que la enfermedad conlleva, las desagradables -aunque imprescindibles- pruebas médicas a las que hay que someterse, el tratamiento, las posibles operaciones quirúrgicas y el desconocimiento de su origen, evolución y pronóstico influyen de forma negativa en nuestra visión general sobre nosotros mismos, la propia enfermedad, el futuro y todo lo que nos rodea. Al mismo tiempo el estrés, la ansiedad, estados depresivos pueden ser factores desencadenantes de nuevos brotes. Por todo ello es NECESARIO mejorar la calidad de vida en general, evitar y controlar el estrés, la ansiedad, situaciones problemáticas, aprender a relajarse y a afrontar estas situaciones con métodos apropiados, cambiar los pensamientos negativos y catastrofistas que puedan repercutir negativamente en nuestro bienestar, tanto físico como emocional. Todo esto se agravará, lógicamente, en la fase activa de la enfermedad, cuando se está pasando un brote.

Asistencia y apoyo psicológico
           La meta final a alcanzar por los pacientes crónicos es lograr un nivel de calidad de vida lo más elevado posible, tanto a nivel físico como psicológico.

           Pese a que la EII no es causada por factores psicológicos sí que es más que probable que el estrés, los estados depresivos y ciertos modos de afrontamiento influyen en la aparición de nuevos brotes y en la evolución general de la enfermedad. Al mismo tiempo la enfermedad produce, en muchos casos, depresión, ansiedad... formándose un círculo vicioso que se alimenta así mismo. Así pues la ayuda psicológica es recomendable para cortar ese círculo vicioso, aprender a manejar el estrés para paliar su influencia negativa en posibles brotes y procurar, en general, un estado psicológico más equilibrado, aprendiendo a controlar las variables y síntomas ( cognitivos, fisiológicos y motores) que nos proporcionan malestar emocional, para, así, alcanzar, una calidad de vida mejor.

           Así mismo, también es recomendable apoyo psicológico para concienciar del tratamiento y sus beneficios, así como para eliminar, en su caso, falsos prejuicios sobre la enfermedad y expectativas equivocadas sobre la misma.

           Las claves de un tratamiento o intervención psicológica en pacientes enfermos crónicos, y concretamente en el caso de enfermos de E.E.I. debería tener , como mínimo, en cuenta los siguientes puntos:

Laura F. Asensi Pérez
Psicóloga col. N° 2988-PV
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